jueves, 31 de enero de 2013

En el reverso de la dominación (capítulo V)

De difundir se trataba mi misión, “spread around the world”, recordé las palabras que daban comienzo a mi trabajo fin de carrera. En mi caso eran utilizadas concienzudamente para remarcar que todo avance de carácter científico debía ser compartido de manera universal, sin posibilidad de lucro. 

Fue un simple gesto de desprecio hacia la explotación que hacían de nosotros, pobres hipotéticos estudiantes Erasmus, como mano de obra altamente cualificada que quedó en nada, puesto que la multinacional bioquímica que financiaba nuestras investigaciones nos prohibió tajantemente traernos en el viaje de vuelta a España información sobre lo investigado en cualquier tipo de soporte o difundirlo por cualquier medio, que no fuese el propio documento rigurosamente supervisado por ellos. Nada de éso hicimos, claro está. Es lo malo que tienen los jóvenes, que son difíciles de controlar.

Pensé en mi época como comercial de productos cosméticos, seguiría mis propios pasos, puesto que me dieron muy buenos resultados y me puse manos a la obra. Aquí una visita a unos despachos, allá un encuentro en una cafetería. 

Tracé un mapa por zonas de la ciudad en la que me encontraba. Poco a poco fui tachando barrios, pero un buen día, algo o alguien me detuvo en el camino. Fue en mitad de una explicación como me topé con ella, una chica pelirroja que empezó a ponerme pegas. De nada me sirvieron mis preparados argumentos, me los rebatía uno tras otro. 

Empecé a sospechar, era un “viren” que me ponía a prueba, aunque por sus formas no me lo parecía, o una espía al servicio de los “virens” a cambio de algún tipo de compensación tal como me estaba sucediendo a mí. Le pregunté su nombre, Alice, sabía sobradamente que pudiendo pensar lo que decía, jamás hubiera osada promulgarlo tan airosamente en plena calle. 

Pensé que podía ser una aliada, si ambas manteníamos la boca cerrada. A fin de cuentas, la cadena de espionaje debía presentar alguna fractura por algún lado y a ella, por lo menos, en ese preciso instante, no la estaban vigilando. Resultó pensar de manera parecida a mí, no tenía hijos, en cambio, su hermano había sido apresado repartiendo pasquines contradominatorios y la pena contra él consistiría en pasar a ser biomasa en una planta energética. 

La cité para quedar al día siguiente de un modo más discreto, pudimos entonces encontrarnos e intercambiadas algunas impresiones, decidimos boicotear sendas misiones haciendo de las nuestras de un modo paralelo, es decir, utilizar nuestros itinerarios para encontrar adeptos, aunque en lo aparente, todo pareciese que fuéramos buenas colaboracionistas de la dominación. No nos fue muy difícil establecer contacto con la asociación a la que pertenecía su hermano. Para ello tuvimos que utilizar identidades falsas.

Pronto, los “virens” se pusieron en contacto conmigo, lejos de querer leerme la cartilla, como en un principio pensé, fruto de algún descuido, querían premiarme de algún modo por el buen trabajo que estaba llevando a cabo. 

Me permitirían hablar por teleconferencia con mis hijos, esa misma noche. El corazón me dio un vuelco, mis hijos...lo más preciado.


La posibilidad de que fueran introducidos en un programa de renovación era angustiosa, pero mi legado, lo que yo les iba a dejar, siempre supe qué consistiría en algo muy distinto al dinero, el poder o nada que se le pareciera.

Mamá ¿dónde estás? ¿qué haces?”. Debía mostrarme tranquila, que para nada detectasen mi preocupación, ni atisbo de miedo, sólo confianza y serenidad. Debía ser, precisamente con ellos, la reina de la falsedad. Yo, justamente, que me juré y perjuré no decirles nunca mentira alguna.



No hay comentarios:

Publicar un comentario